Se aceleró 10 años el problema de la resistencia a los antibióticos por la pandemia de COVID-19

En Argentina, el pronóstico de aumento del problema de la resistencia a los antimicrobianos se adelantó 10 años. Antes de la pandemia de COVID-19, se venía produciendo un aumento de 2% en el número de bacterias resistentes que afectaban a los pacientes internados en los hospitales. En cambio, durante el primer año de la pandemia, se produjo un aumento de 30% en el número de bacterias resistentes en los hospitales, según informó la organización sin fines de lucro Investigación en Resistencia Antibiótica (INVERA), que nuclea a especialistas en infectología y bioquímica.

“La situación del problema de la resistencia a los antimicrobianos, como los antibióticos, se agravó con la pandemia en Argentina. El problema hace que los pacientes pueden adquirir infecciones con bacterias resistentes que tienen un riesgo de mortalidad 10 veces más alto en comparación con un infarto”, advirtió el médico infectólogo Francisco Nacinovich, director
de INVERA.

El problema de la resistencia a los antimicrobianos ya estaba en aumento antes de la pandemia por la automedicación de las personas, por las prescripciones de medicamentos inadecuados, y por la administración de fármacos en animales, entre otras razones. Pero la crisis por la emergencia de salud pública que produjo la COVID-19 en el mundo influyó aún más con la resistencia a los antibióticos.

“Ya se había pronosticado a nivel mundial que la resistencia a los antimicrobianos producirá más muertes anuales que los cánceres para el año 2050. Pero la pandemia acentuó el problema, y Argentina tiene una situación crítica hoy”, dijo Inés Staneloni, que forma parte de INVERA y es jefa del comité de control de infecciones del Hospital Italiano de Buenos Aires.

¿Cómo impactó la pandemia exactamente en el país? “Se adelantó el aumento de los niveles de resistencia de las bacterias que se habían previsto. Se aceleró el fenómeno por el aumento de pacientes que ocuparon las unidades de terapia intensiva por la COVID-19, el uso inadecuado de los equipos de protección personal en el sector de la salud, y porque se administraron antibióticos en pacientes que tenían una patología viral cuando los antibióticos son para infecciones bacterianas”, respondió Staneloni, quien ha sido embajadora en Control de Infecciones de la Sociedad Estadounidense de Epidemiología de Atención Médica para Latinoamérica.

“Durante los primeros meses de la pandemia, en 2020, se les indicaba antibióticos a los pacientes con COVID-19. Sin embargo, no correspondía aplicar antibióticos que son útiles para infecciones por bacterias. Ese factor contribuyó al aumento de la resistencia a los antimicrobianos”, precisó Staneloni. Además, “se registró un aumento de las infecciones intrahospitalarias durante la pandemia que llevó a que crezca el consumo de antimicrobianos”.

En Argentina, hay dos especies de bacterias resistentes que son las que agravan más la situación, según contó el Dr. Fernando Pasterán, quien es vicedirector de INVERA e investigador del Laboratorio Regional de Referencia de América Latina para la Resistencia a los Antimicrobianos, apoyado por la Organización Panamericana de la Salud.

Una de esas “superbacterias” es Klebsiella pneumoniae. Pertenece al grupo de las bacterias Gram negativas y causa infecciones del tracto urinario, neumonías, sepsis, infecciones de tejidos blandos, e infecciones de herida quirúrgica. Los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos, los bebés, los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diabetes y alcoholismo son más susceptibles a adquirir la bacteria Klebsiella.

Durante la pandemia, según Pasterán, “cambió el mecanismo que posibilita que la bacteria Klebsiella sea resistente a los fármacos disponibles. Por lo cual, los fármacos de última generación podrían no ser eficaces en casos de pacientes afectados por Klebsiella en los hospitales”.

La otra bacteria que genera más problemas es Acinetobacter baumannii. Durante la pandemia, ese patógeno aumentó su alcance al afectar a más pacientes internados, y creció su resistencia a diferentes fármacos. “Si bien hay opciones de tratamiento, aumentan los costos médicos y los efectos adversos tóxicos de los fármacos después de superar la infección”, comentó Pasterán.

“La resistencia antimicrobiana es otra pandemia silenciosa que se está produciendo y que preocupa”, dijo la presidenta de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), Claudia Salgueira. “Es un problema que nos desafía a trabajar de manera colaborativa, ya que se debe abordada desde la salud humana, el campo de la veterinaria, el sector de la agroindustria y la ganadería, y la salud ambiental. La pandemia puso al problema de la resistencia antimicrobiana en evidencia”, agregó Salgueira.

Pese a la gravedad del problema de las superbacterias en Argentina, los expertos afirman que hay mucho por hacer: cada persona tiene su cuota de responsabilidad. Pueden ayudar a enfrentar el problema las personas en sus casas cuando se sienten enfermas o cuando van a los consultorios o a los hospitales. También el personal de la salud, las autoridades sanitarias de todo el país, el sector veterinario y agropecuario, y hasta los legisladores del Congreso Nacional tienen tareas pendientes.

“No se debería comprar ni consumir antibióticos sin receta. Solo se deben consumir los medicamentos según los días que indica un profesional de la salud, y no se debe exigir al médico que se receten antibióticos si no corresponde”, recomendó Pasterán. Hay personas que van al médico por una infección viral, reclaman una receta de antibiótico cuando no les corresponde y se sienten decepcionados.

“Los antibióticos son herramientas que se desarrollaron a partir de la investigación científica y que han contribuido a aumentar la expectativa de vida junto con las vacunas y el agua potable. Pero no son drogas mágicas y hay que tenerles respeto. Solo deben ser administradas cuando está justificado y hay que usarlas bien. Además, otra recomendación importante es tener al día las vacunas como las que previenen neumonías e influenza”, afirmó Nacinovich.

“También cada paciente puede pedirle al médico que se lave las manos antes de hacer cualquier procedimiento tanto en el consultorio como en la internación”, señaló. En cada hospital, debería haber un comité de control de infecciones con un programa que monitoree la situación. “Uno de los problemas que generó la pandemia es que hubo comités de infecciones hospitalarios que
fueron desarticulados porque el personal fue afectado a la atención de pacientes con COVID-19, entre otros cambios”, según Pasterán.

Salgueira contó que están llevando adelante un programa con capacitaciones para la prescripción adecuada de los antibióticos por el personal de la salud. “También promovemos la concientización sobre los efectos adversos del mal uso de los antibióticos en la comunidad general”, agregó.

Los expertos también esperan que el Congreso de la Nación sancione pronto una ley que recibió la luz verde de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados de Argentina el año pasado. Si se sancionara la ley, las presentaciones de los medicamentos antimicrobianos deberán tener las unidades suficientes para cada tratamiento. “También se deberá aclarar en el envase que el medicamento produce resistencia antimicrobiana”, explicó el año pasado el presidente de la comisión de Salud de Diputados, el legislador y médico Pablo Yedlin.

“Es importante que el proyecto de ley nacional sobre resistencia a los antimicrobianos se sancione cuanto antes porque hará que todos los hospitales cuenten con comités de control de infecciones. Ya existe una norma en la provincia de San Juan”, opinó Nacinovich. “Además de la sanción, se necesita que la norma se reglamente y que las jurisdicciones adhieran”

 

Fuente: REC

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