A la vanguardia en la eliminación de las enfermedades desatendidas
Desde Buenos Aires, el pasado 2 de noviembre, arrancó en modo virtual el XX Simposio sobre Enfermedades Desatendidas, que organiza la fundación Mundo Sano, con la mirada puesta en los objetivos de la nueva hoja de ruta para las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), aprobados por todos los miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La eliminación o erradicación de algunas de estas enfermedades ya está en el horizonte próximo. En realidad, ya es un hecho en algunos casos, como en Argentina y Paraguay, que lograron eliminar la malaria, siendo El Salvador el último en sumarse a esa lista de países en 2021.
Estos casos hacen de las Américas una punta de lanza. “Son la demostración de que se pueden lograr los objetivos de eliminación para 2030″, destacó Julie Jacobson, presidenta de la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene (ASTMH), en una de las primeras intervenciones del simposio.
Previamente, Mwele Malecela, directora del departamento para el control de las ETD de la OMS, destacó los hitos más importantes que se persiguen en la nueva hoja de ruta (2021- 2030): reducción de hasta 90% de las personas que requieren atención por una o varias de estas dolencias y aumento de la cobertura de asistencia integrada de hasta 75%, el mismo porcentaje que se persigue para reducir las muertes por enfermedades transmitidas por vectores.
Las hojas de rutas sirven, entre otras cosas, para impulsar acciones que logren un impacto real, aunque no se llegue al objetivo planteado. Por ello, en el período de vigencia de la anterior (2012 y 2019), sabemos que “más de 1.000 millones de personas fueron atendidas por al menos una ETD y 40 países eliminaron una de esas enfermedades”. Así lo destacó Malecela.
Además, mostró la cercanía a la eliminación y erradicación, con ejemplos como la tripanosomosis africana (muy cerca de su fin), el tracoma (reducido en 74%), o la filariosis linfática, eliminada en 16 países.
“Ahora los objetivos son aún más ambiciosos e incluyen un cambio de mentalidad”, dijo Malecela al respecto de la nueva hoja de ruta 2021-2030. Básicamente, se traduce en tres variaciones fundamentales. En primer lugar, se pasa de medir el proceso de implementación a medir el impacto real de los programas de atención sobre el terreno. En segundo, se pasa de un enfoque vertical a uno horizontal, que implica una mayor coordinación entre los diferentes sectores del sistema de salud, así como con otros de educación y desarrollo.
El tercer y último gran vuelco tiene que ver con la apropiación y el compromiso para llevar a cabo el
plan. En esta nueva década se busca que los países afectados por las ETD asuman un mayor liderazgo y compromiso, implicándose más en la construcción y búsqueda de recursos.
Los cuellos de botella
Tanto Jacobson como Malecela describieron los cuellos de botella encontrados en el proceso de construcción de esta hoja de ruta, en la que han participado cientos de expertos de países de todo el mundo. Lo primero es avanzar en el acceso y la adaptación de los métodos de diagnóstico. Sin ello, la desatención irá en aumento. Pero también hacen falta ajustes importantes en las estrategias y la prestación de los servicios de salud, así como en la búsqueda de nuevas vías de financiación.
Jacobson mostró un mapa de colores que simboliza los avances en esos tres puntos. “Pasar del rojo (que representa una situación precaria) al verde (la situación óptima) requerirá esfuerzos de integración y sostenibilidad para lo que se está ya trabajando con los países afectados”, destacó.
El enfoque integral ayuda a pensar en la respuesta a las necesidades de salud como algo mucho más amplio, que empieza, por ejemplo, con el acceso a agua y saneamiento de calidad, algo de lo que todavía carecen las poblaciones vulnerables, más de 1.500 millones de personas que se ven afectadas por las ETD, según recordó Marcelo Abril, director ejecutivo de la fundación Mundo Sano, en las palabras de apertura del simposio.
De entre todos los cuellos de botella analizados, el que no estaba previsto fue la COVID-19.
Como recordó Abril, la pandemia mostró “que la capacidad de respuesta de los países, a nivel global y nacional, fue insuficiente. No estaban preparados”. Pero también destacó que el desarrollo científico ha demostrado su eficacia, rapidez y adaptación para responder a desafíos enormes. Al mismo tiempo, se ha evidenciado la necesidad de “superar las inequidades a través de la cooperación para hacer posible el acceso a la salud para todos”, algo directamente relacionado con las enfermedades desatendidas.
Y, a pesar de todo, con el retroceso que ha supuesto la COVID-19 en los programas de salud del resto de las enfermedades, “los países no renunciaron a empujar la hoja de ruta que se lanzó el 28 de enero de este 2021″, reconoció previamente la directora del departamento de ETD de la OMS, Mwele Malecela.
De Londres a Kigali
Las hojas de ruta son una herramienta útil para atraer apoyos desde sectores diversos. En su intervención, Jacobson recordó que cuando se lanzó la primera, en 2012, varias organizaciones público-privadas firmaron la Declaración de Londres, donde se comprometieron a apoyar el esfuerzo de la OMS para la eliminación de 10 de las 20 ETD. Este año, se está trabajando en
una nueva declaración que se impulsó a raíz de la cumbre sobre malaria y otras ETD en Kigali, capital de Ruanda, y que contendrá compromisos importantes para los países y todos los sectores relacionados con estas enfermedades.
Jacobson anticipó un fragmento de la declaración: “Tenemos una oportunidad única para cambiar la vida de 1.700 millones de personas que padecen enfermedades desatendidas. Estas se pueden prevenir y tratar”. Y animó a la participación de todos, desde cualquier sector, no solo de salud, para llegar a la eliminación, erradicación o control de las ETD en 2030.
Además, Jacobson ejemplificó en el trabajo de Mundo Sano el modelo buscado por la hoja de ruta en la atención integral a varias enfermedades desatendidas. La fundación, de origen argentino, es una de las más importantes en la lucha contra la enfermedad de Chagas, que ahora es un poco más visible gracias a la unión de diferentes organizaciones. Este año, también comenzará un nuevo programa de países endémicos y no endémicos para el control de la transmisión materno-infantil, llamado Ningún bebé con Chagas, y que fue aprobado en la pasada Cumbre Iberoamericana.
Además de exposiciones orales de actualización sobre otras enfermedades como la lepra o la helmintiosis, el simposio, que finaliza el 4 de noviembre, expone en su plataforma virtual, unos 70 estudios sobre diferentes áreas relacionadas con las ETD, según apuntó Victoria Periago, de Mundo Sano.
Fuente: REC